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Adelgazar comienza por la mente

Al aproximarse el verano, son numerosas las personas que comienzan a preocuparse por bajar de peso y hacen dietas (unas más estrictas que otras) o prueban las múltiples ofertas-milagro, que pululan en los medios de comunicación, vendiendo la ilusión de conseguir rápidamente y sin esfuerzo una silueta de ensueño. A veces, la persona puede conseguir una pérdida de peso importante pero no la puede mantener y, al dejar la dieta, entra en un juego vicioso en el que vuelve a subir con mayor rapidez y a veces más kilos de los que perdió, luego cambia de sistema de adelgazamiento y replica lo mismo,… es el efecto “yo-yo”,  que conocen las personas que sufren de excesos importantes de peso o incluso una obesidad como resultado de una trayectoria de ese tipo. Por lo que es necesario concentrarse sobre el funcionamiento de su mente antes, durante y después de iniciar un régimen alimentario, para que ese esfuerzo sea sostenible en el tiempo.

Tener un sobrepeso es una preocupación generalizada en nuestra sociedad moderna que ha modificado por completo nuestros patrones de consumo y nuestro estilo de vida: tenemos una vida cada vez más sedentaria (poco ejercicio físico), la industrialización excesiva de los alimentos (grasas, azúcares, saborizantes, conservantes,… y demás aditivos poco saludables), la tendencia creciente a comer fuera de casa (no se controlan los insumos ingeridos), el consumo social de alcohol, el estrés del trabajo y tiempo limitado para preparar una alimentación adecuada (recurso a la comida rápida,…),… son aspectos que han contribuido a un incremento del peso corporal que no solo contrasta con la imagen de “belleza” promovida por los medios de comunicación (generándonos muchas frustraciones), sino que también incrementa las probabilidades de tener problemas de salud (hipertensión arterial, diabetes, problemas de articulaciones, fatiga ante el esfuerzo físico,…). Cabe señalar que la obesidad se ha convertido en un problema de salud pública global.

No existen milagros en cuanto a la pérdida de peso, que como todo cambio en la vida, se consigue con esfuerzo y disciplina. Se requiere, ante todo, la paciencia (bajar de peso no es una carrera contra el reloj, pues perder peso rápidamente hace que se recupere con facilidad), la perseverancia (ser estable en el esfuerzo), una alimentación equilibrada (elegir una dieta sana y nutritiva, no una que le genere carencias) , incrementar el gasto de la energía ingerida (hacer ejercicio regular) y ponerse metas alcanzables (no esperar a perder muchos kilos y tener en cuenta que con la edad hay modificaciones en nuestro metabolismo que nos impiden de recuperar la silueta que tuvimos de jóvenes).

Si quiere bajar de peso y conservar los resultados, tenga en cuenta que deberá cambiar de estilo de vida, gestionar de una manera diferente las situaciones sociales (generalmente cuando estamos con otras personas tenemos más dificultad a mantener nuestra dieta)  y emocionales (a veces la comida se utiliza para calmarse cuando se está triste, solo, enfadado,... o incluso alegre,...), mantener un plan de alimentación y de ejercicios con el que se sienta a gusto por el resto de su vida, para lo que tiene que prepararse psicológicamente, y ese es un proceso interno que nadie puede hacer en su lugar.

Mucho se ha escrito y se seguirá haciéndolo sobre este tema (métodos de adelgazamiento, dietas de todo tipo, libros de autoayuda,..), sin embargo quiero presentarles un interesante y valioso libro al que me referiré en lo que sigue de este artículo, que es de Judith S. Beck (2007): “El método Beck para adelgazar”, que no es una dieta más que sale al mercado, sino un programa psicológico práctico y accesible (basado en los principios de la terapia cognitivo-conductual) para entrenarse a pensar y actuar como una persona delgada. Un programa que funciona con cualquier dieta que la persona quiera seguir, y le ayuda a optimizarla brindándole las herramientas que requiere para realizar una serie de cambios positivos y duraderos en su vida (tanto en su mentalidad como en su comportamiento) para perder peso y no recuperarlo más.

El adelgazar comienza en la mente. Según la terapia cognitiva, es el modo de pensar que tiene una persona acerca de la comida, los alimentos y las dietas (lo que se dice a sí misma internamente) que va a afectar lo que siente (sus emociones y sentimientos) y lo que hace (su conducta). Para ilustrar este principio, pensemos en lo que conocemos como una “cadena conductual” (cadena de sucesos que nos lleva a comer): imaginemos que una persona nos ofrece un trozo de tarta de chocolate (situación desencadenante), mirando ese pedazo de tarta nos decimos internamente algunas cosas (pensamientos), por ejemplo: “creo que voy a comérmelo,… … No, no debería comérmelo,… no está en mi dieta,… pero ¡qué buena pinta tiene!,…” y según donde termine nuestra discusión interna, tomaremos la decisión de comerlo o no (conducta).

Según Beck, ciertas formas de pensar dificultan el hecho de seguir una dieta adecuadamente. Esos pensamientos “saboteadores” le hacen quebrantar o abandonar su dieta, animándole a comer (“… he tenido un mal día,… es una celebración,… si no me lo como irá a la basura,...”), disminuyendo las consecuencias aparentes de quebrantar su régimen (“no pasa nada porque…”), minando su seguridad cuando ha comido algo que no debía (“soy débil,… no voy a ser capaz de perder peso”), o cuando se sube a la balanza (“no he perdido casi nada, esto no funciona”), entre tantos otros que hacen que la persona termine por abandonar su dieta.

Los pensamientos saboteadores aparecen en  las diversas situaciones "desencadenantes" que pueden ser biológicas (cuando tenemos hambre, sed, deseo compulsivo de comer,…), mentales (cuando leemos la receta de un plato, recordamos algo que comimos y que nos gustó mucho, percibimos un olor agradable de un plato que nos gusta,…),  emocionales ( cuando sentimos emociones negativas como enfado, tristeza, frustración, aburrimiento,… aunque en algunos casos de emociones positivas hayamos aprendido a festejarlas comiendo algo ), sociales (reuniones sociales, o situaciones en las que queremos comer como los demás).

El método de Beck, enseña paso a paso, a sustituir los pensamientos saboteadores que nos llevan a comer de un modo desfavorable, por pensamientos más positivos y motivadores (que nos hacen ver los beneficios de obtener el peso que queremos lograr) lo que hará que consigamos mantenerse firmes y perseverar en nuestra dieta; a identificar las situaciones desencadenantes y gestionarlas de manera adecuada; a descentrarse del peso corporal y a enriquecer nuestra vida social, familiar, profesional, espiritual, …, lo que hará que lleguemos a obtener resultados de adelgazamiento estable y encontrar un bienestar general.

Cabe señalar que este programa está indicado para las personas que han pasado de una dieta a otra sin haber sido capaz de mantener una pérdida de peso estable, pero de ningún modo para las que puedan tener trastornos de la alimentación (anorexia, bulimia,…), que requieren la intervención de un especialista de la salud mental. Si tiene dudas, consúltelo con su médico.

Una manera sencilla de ver si tiene Ud. un trastorno de la alimentación es responder a las siguientes preguntas: ¿tiene una obsesión continua con la comida, las dietas, el peso o la apariencia, hasta el punto de desplazar otros aspectos de su vida más importantes?, ¿se encuentra ya en la franja más baja de lo que se considera su peso ideal? (si no sabe cuál es su peso ideal, pregúntele a su médico). ¿ Tiene Ud. una historia de restricción alimentaria intensa?, ¿se da atracones frecuentemente y luego vomita deliberadamente o exagera de los laxantes?, ¿hace usted mucho más ejercicio de lo razonable para tratar de no engordar?. Si ha respondido afirmativamente, a estas preguntas, tiene que consultar a un especialista y someterse a un tratamiento a la brevedad posible. 
Información en: www.cleliagalvez.com 


¿Qué es la terapia EMDR?

El EMDR, o Desensibilización  y Reprocesamiento a través de Movimientos Oculares (en inglés: Eye Movements Desensibilization and Reprocessing), es un método psicoterapéutico que, a través de la estimulación de los dos hemisferios cerebrales, permite que las capacidades naturales del ser humano puedan reprocesar los recuerdos traumáticos (experiencias duras de vivir y de recordar) y restablecer su equilibrio emocional. Es un método reconocido por la OMS (Organización Mundial de la Salud) como el tratamiento de primer orden para el Trastorno de Estrés Post Traumático, por los resultados positivos de numerosas investigaciones que se realizaron con los veteranos de guerra y las víctimas de abusos sexuales, aunque el desarrollo posterior de este método permite abordar un abanico importante de los problemas psicológicos.

El EMDR (como gran parte de los descubrimientos científicos) fue descubierto por casualidad por la Dra. Francine Shapiro, en los Estados Unidos, en los años 80, cuando ella iba paseando por un parque, teniendo en la mente una serie de pensamientos negativos que la perturbaban, los que fueron disminuyendo a medida que ella iba haciendo determinados movimientos oculares; al darse cuenta de ello, comenzó a probarlo con otras personas y progresivamente, ese descubrimiento básico,  fue objeto de numerosos ajustes e investigaciones para llegar a tener una verdadera herramienta terapéutica, cuyo desarrollo actual es mucho más amplio de lo que deja suponer su nombre, el que no fue cambiado dado el posicionamiento que ya había alcanzado.

El nombre EMDR, podría llevar a pensar que se trata de algo muy limitado.  Ese fue mi caso, cuando hace más de 20 años, (como miembro del personal científico de una universidad europea y de un equipo de terapeutas de orientación cognitivo-conductual que era un referente en el tratamiento de trastornos de ansiedad), al escuchar que en los Estados Unidos se estaba desarrollando esta metodología, pensé que era una más, de las tantas tentativas no serias que iban apareciendo. Muchos años después, la realidad me demostró lo contrario: los resultados sobre el Estrés Post Traumático iban haciéndose más conocidos y , especialmente, cuando me solicitaron que atendiera vía online, a un paciente que había perdido a su esposa y a uno de sus hijos, en un grave accidente en el que él conducía y que unos instantes de somnolencia habían provocado semejante catástrofe. Consciente de las limitaciones de la intervención vía online en un problema tan grave como ese, recomendé de buscar un terapeuta EMDR certificado por la asociación del país en el que se encontraba esta persona. Al poco tiempo recibí una comunicación del paciente para agradecerme por haberlo referido e informarme que ya estaba bien y había retomado su vida habitual. Por lo que tomé la decisión de formarme y certificarme como terapeuta EMDR, para complementar el abanico de mis herramientas terapéuticas.

Para entender cómo funciona el EMDR, hay que recordar algunas nociones que nos vienen de las neurociencias: el efecto de los movimientos oculares en el procesamiento de información durante el sueño, el funcionamiento de los dos grandes sistemas memoria (implícita y explícita) y finalmente nuestro sistema innato de procesamiento de la información.

Los movimientos oculares
Lo que ocurre con los movimientos oculares en el EMDR (aunque en terapia se utiliza varias modalidades de estimulación de los hemisferios cerebrales) es comparable a lo que ocurre cuando dormimos. Durante la fase del sueño REM (fase de movimientos oculares o “paradoxal”, en la que estando dormidos tenemos una actividad neurofisiológica importante: movimientos oculares, ritmo cardiaco acelerado,…) es que ocurren los sueños, se procesa lo aprendido durante el día y se consolida en la memoria. Si durante la noche no tenemos una fase REM adecuada, no recordaremos gran cosa de lo que aprendimos el día anterior.

Los dos sistemas de memoria
La memoria implícita (que es la que más nos interesa en este caso) se conoce así porque no es verbal (no necesita palabras para tratar y almacenar la información), se desarrolla desde antes del nacimiento (los bebés pueden reconocer la voz de la madre, la música que escucharon durante la gestación,…) y se procesa de manera automática (sin participación de la consciencia); ella utiliza la parte emocional de nuestro cerebro por medio de una estructura que se llama amígdala (que con el hipocampo, la parte pre-frontal del cerebro y el tronco cerebral, son responsables de nuestra gestión emocional). En esta memoria se encuentran nuestros modelos mentales y patrones de conducta (maneras de funcionar que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida), nuestros hábitos, percepciones, memoria corporal y la memoria procedural (procesos que hemos aprendido en algún momento y que luego lo hacemos automáticamente: como montar en bicicleta, conducir, abrocharse un botón,…), los condicionamientos,…etc.  Es una memoria que almacena información sobre todo lo que vivimos, sin que nos demos cuenta, dándole un tono emocional a nuestras vivencias y cuando recuperamos la información  no tenemos la impresión de estar recordando (los recuerdos y las emociones se imponen en la mente y por ende en el cuerpo). Así, puede ocurrir que podamos tener una reacción exagerada ante un estímulo inofensivo (una paloma, perro, oscuridad,…etc.) porque hubo una experiencia impactante anterior que hizo que desarrolláramos un miedo, o incluso, una fobia.

La memoria explícita, es la que es consciente e intencional, se desarrolla en los primeros años de vida y almacena las informaciones en función de la atención que se les presta; allí están los conocimientos que vamos adquiriendo a la largo de la vida (operaciones matemáticas,…) y cuando recuperamos la información tenemos la sensación de recordar.

Nuestro sistema innato de procesamiento
El ser humano tiene un sistema, innato, de procesamiento de la información por el que trata, analiza y almacena los sucesos que le llegan tanto del exterior como de sus propias vivencias, haciendo sus respectivas conexiones con lo que ya conoce y está almacenado en su memoria, a la misma velocidad a la que vamos viviendo.  

Como el cerebro tiene una perspectiva de supervivencia va procesando toda la información de nuestras vivencias, y sí en algún momento vivimos algo traumático (difícil de vivir y recordar), el sistema lo almacena en nuestra memoria implícita sin procesarlo, con todo el contenido emocional del momento, lo que hace que las conexiones que debían hacerse no se hagan y la persona guarde una sensibilidad o desarrolle un síntoma que se activará automáticamente cuando encuentre algún estímulo o hecho menor, que al tener algunos factores comunes con ese recuerdo no procesado, pueda generarle un malestar o incluso algún trastorno psicológico que perturbe su vida.

La Terapia EMDR
EMDR es un tipo de terapia centrado en el paciente, en el que el terapeuta va a estimular los dos hemisferios cerebrales (por movimientos oculares, estimulación táctil o sonora) y los mecanismos naturales de curación de la persona, a fin de que su propio sistema de procesamiento de información se active y reprocese los recuerdos generadores de perturbación, así como los pensamientos, las creencias negativas, las sensaciones y emociones asociados a ese recuerdo; no para olvidarlos, sino para almacenarlos adecuadamente en la memoria, con sus conexiones específicas y despojados de la emotividad perturbadora que le impide de vivir bien.

Este método, inicialmente se desarrolló para el Estrés Post Traumático, actualmente ha alcanzado un desarrollo importante y tiene protocolos específicos para abordar todo un abanico de problemas psicológicos: ataques de pánico, fobias, obsesiones-compulsivas, ansiedad generalizada, trastornos alimentarios, adicciones, duelo, dolor crónico, trastornos de personalidad,…

El EMDR parece muy simple a aplicar, por lo que vemos muchas personas haciendo ensayos como si se tratara de una receta a seguir, por lo que hay que tener cuidado. Es un protocolo bastante complejo y requiere una formación especializada, porque la sesión puede activar un bagaje emocional importante, por lo que es indispensable de estar en manos de un terapeuta con la formación y la experiencia adecuadas. Los terapeutas están certificados por la Asociación de EMDR de cada país. Así en España, es la Asociación Española de EMDR  que garantiza la calidad del trabajo de sus terapeutas.

Para encontrar  un terapeuta certificado en su localidad, puede visitar la web: www.emdr.es.



¿Cómo podemos preservar nuestra salud mental?

Estamos tan acostumbrados a ocuparnos de nuestra salud cuando tenemos un problema o enfermedad a tratar y no cuando estamos a tiempo de prevenir; y esto es aún más frecuente cuando se trata de nuestra salud mental, pues estamos preocupados por cosas más urgentes (el trabajo, los embates de la crisis financiera,…) que dejamos lo importante para después, y ese después puede tomar mucho tiempo,… hasta sorprendernos con algún problema que hubiéramos podido evitar si nos hubiéramos detenido un momento a ver lo que estaba pasando en nuestras vidas.

Partiendo de que somos seres bio-psico-sociales, e incluso espirituales, el tener un bienestar general (físico y mental) tanto a nivel personal, de pareja como de la familia, requiere lograr un relativo equilibrio (porque no existe una situación ideal) entre esos cuatro pilares que soportan nuestra vida (un cuerpo sano y con la suficiente energía para realizar nuestras actividades cotidianas; un estado mental que nos permita tener intercambios interesantes, apreciar los buenos momentos y tomar decisiones adecuadas y oportunas ; tener  amigos y otras redes sociales de apoyo y estar en armonía con nuestras creencias religiosas (si las tenemos) que puede ayudarnos a darle un mayor sentido a nuestra existencia (sea cual fuere el credo).

Mucho se ha dicho sobre como ocuparse de nuestro cuerpo  físico y retenemos tres aspectos importantes: 1) necesitamos una alimentación equilibrada (por ejemplo la dieta mediterránea) que permita tener la energía y la agilidad física y mental (porque comer demasiado y con mucha grasa nos hace funcionar con más lentitud y estar menos dispuestos a realizar un buen trabajo físico y peor si se trata de un trabajo mental). 2) existen ciertos alimentos “funcionales” que podemos integrar a nuestra alimentación para incrementar el aporte de nutrientes así como el drenaje de toxinas (limón, linaza, alpiste, té verde,…). y 3) la dieta debe estar en acorde con una actividad física regular y del tipo que mejor le convenga (gimnasia, caminata, danza,…), esto para mantener un peso adecuado (agilidad de movimiento y no afecta al autoestima), así como para tener un humor positivo (por la emisión de endorfinas)

La parte psicológica es mucho más compleja, porque hay muchos factores que entran en juego (la educación recibida, experiencias anteriores, personalidad, aspectos culturales, contexto,…) pero podemos dar atención a algunos temas generales que nos pueden facilitar la vida , porque nos evitaran a nosotros de tener conflictos innecesarios, frustraciones, rumiación o culpabilidad… etc. y a nuestros hijos les permitirá construirse modelos adecuados a seguir en la gestión de emociones, la comunicación, relaciones sociales, uso controlado de sustancias,…, porque es en casa que esos modelos son formados.

La comunicación en la familia, la podemos mejorar incrementando (la calidad más que la cantidad) los momentos para hablar no solo de cosas banales (tareas cotidianas) sino de preocupaciones, problemas, sueños, proyectos,… etc), con la pareja, los hijos, los amigos; haciendo el esfuerzo de escuchar a los demás y respetar que puedan tener ideas opuestas a la nuestra; evitando el uso de la violencia en todas sus formas.

La gestión de las emociones, la podemos mejorar aceptando y expresando (sin excesos) las emociones y los sentimientos que sentimos en diferentes momentos de la vida (agradables y penosos); además,  reservándose tiempo para hacer actividades que nos gustan (solos, en pareja, con los hijos, con amigos), estas nos permitirán de tener la energía y motivación para seguir adelante.

Otro aspecto importante es  el uso controlado de sustancias y actividades que generan dependencia (alcohol, tabaco, juegos de dinero, internet, televisión, móvil, FB,….) en los padres, que tiene un efecto preventivo en el abordaje que hacen los hijos de esos productos que generan dependencia.

De la parte social, nos podemos ocupar haciendo el esfuerzo de tener amigos (pues la sociedad moderna tan “virtualizada” promueve las actividades en solitario, generando problemas vinculados a la soledad,…) , recibirlos en casa, hacer que los niños vean y participen de esas relaciones sociales. Por otro lado, los amigos y redes sociales que tengamos me ayudarán a enfrentar cualquier problema que surja en nuestras vidas y los hijos sabrán en el futuro como gestionar sus propias relaciones sociales, de lo contrario, podrían desarrollar problemas de fobia social ( timidez,…).

Finalmente, queda  reconocer que el tema es mucho más amplio, y que será abordando progresivamente, sin embargo, concluimos este artículo, indicándole que si Ud. tiene algunos aspectos que no puede gestionar adecuadamente, no dude en encontrar ayuda ante un profesional, un psicoterapeuta cognitivo-conductual, con algunos meses de trabajo la ayudará a retomar el control (la gestión adecuada) de su vida.  

Los aficionados al té verde se mantendrían más ágiles al envejecer

Desde hace mucho se hablaba de  los beneficios del té verde sobre la salud de las personas. Hoy,  una investigación japonesa confirma que los adultos mayores que beben habitualmente té verde (y obviamente tienen un estilo de vida saludable!) pueden permanecer con el tiempo más ágiles e independientes que quienes no lo hacen;  un dato realmente interesante que convencerá a muchos de consumirlo, pues no podemos olvidar que en nuestras sociedades se vive más viejos y que tener algunos hábitos saludables nos puede permitir de atravesar esa etapa de vida en buenas condiciones.

El té verde contiene antioxidantes que ayudarían a evitar daños cerebrales que pueden conducir a enfermedades. Los investigadores han estado estudiando los efectos del té verde en todo, desde el colesterol al riesgo de ciertos cánceres, con resultados mixtos hasta ahora.

Para la investigación, publicada en el American Journal of Clinical Nutrition, los investigadores decidieron examinar si los bebedores de té verde tienen un riesgo menor de debilidad e incapacidad a medida que envejecen. Yasutake Tomata, de la Facultad de Medicina de la Universidad Tohoku, y sus colegas siguieron a 14.000 adultos de 65 años o más durante tres años.

El equipo halló que aquellos que bebieron más té verde eran menos propensos a desarrollar una "incapacidad funcional", o problemas con sus actividades diarias o necesidades básicas, como vestirse o bañarse. Quienes tomaban al menos cinco tazas de té al día tenían un tercio menos de posibilidades de desarrollar minusvalías que quienes bebían menos de una taza al día. Quienes tomaban en promedio tres o cuatro tazas al día tenían un riesgo un 25 por ciento inferior.

El estudio no demostró que sólo el té verde haga que las personas se mantengan ágiles cuando envejecen.  Los amantes del té verde tenían generalmente dietas más saludables, que incluían más pescado, verduras y fruta, además de estar más preparados, tener un índice de tabaquismo inferior, menos ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares (ACV) y una mayor agudeza mental. También tendían a ser socialmente más activos y tenían más amigos y familiares en los que apoyarse.
Pero aunque estos factores cuenten, el té verde se relacionó con un riesgo menor de incapacidad, dijeron los investigadores.

Pese a que no está claro cómo podría contribuir el té verde contra la discapacidad, el equipo de Tomata señaló que un estudio reciente halló que los extractos de té verde parecen reforzar los músculos de las piernas de las ancianas.

Aunque el té verde y sus extractos son considerados seguros en pequeñas cantidades, contienen cafeína y pequeñas cantidades de vitamina K, lo que significa que puede interferir con medicamentos anticoagulantes.
 

Alimentos “nutracéuticos”: que ayudan a prevenir el cáncer

Cuando hablamos de prevención del cáncer y otras enfermedades crónicas degenerativas, todas las investigaciones van en la dirección de adoptar una higiene de vida saludable (y mejor si se hace en familia), con una alimentación bien equilibrada (bastante lejana a las nuevas costumbres resultantes de nuestra agitada sociedad moderna) y una actividad física que tonifique el cuerpo y le permita tener energía y un buen drenaje de toxinas, lo que nos hace mirar con mayor inteligencia los alimentos que vamos a consumir, pensando no solo en nuestro presente sino y también imaginando un futuro familiar con bienestar por mucho tiempo.

 Ese movimiento en el que cada vez más personas comienzan a interesarse, nos dirige hacia los alimentos que se conocen como “nutracéuticos” o “funcionales”, llamados así por tener (en su forma natural o procesada) ciertos componentes  que han demostrado tener efectos positivos en nuestra salud e incrementar nuestra calidad de vida. Alimentos que nos ayudan a prevenir enfermedades crónico degenerativas como los infartos, embolias, hipertensión, diabetes, cánceres de tipo hormonal (glándulas mamarias, próstata, tiroides, etc.)

En la actualidad, existen muchos alimentos conocidos como protectores del cáncer y otras enfermedades degenerativas, entre ellos podemos citar, la linaza (que previene evitando la formación de tumores), el limón (tomar diariamente el zumo de un limón en ayunas), , el alpiste, la cebolla, el ajo,  el té verde,… .

Todos esos alimentos son “funcionales” y probablemente nos ayuden a drenar nuestro cuerpo de las toxinas que la sociedad civilizada nos hace ingerir sin que nos demos cuenta, por lo que el incluir alguno de esos alimentos (el que mejor se adapte a su modo de vida) en su dieta diaria equilibrada, puede ayudarle a que su cuerpo se defienda mejor de las agresiones del tiempo y de la industrialización excesiva de alimentos (utilización de pesticidas, colorantes, conservantes,….), factor reconocido como causante del cáncer. 

Van algunos datos sobre los beneficios de los alimentos nutracéuticos:

• VITAMINAS E, A Y C: antioxidantes, E (mejora la salud mental, baja de colesterol, mejora el sistema inmunológico: se obtiene del aceite de oliva, aguacate, nueces). C (refuerza el sistema  inmunológico, regenera la vitamina E en el cuerpo). 
 
• ANTIOXIDANTES: frutas y verduras coloridas (brócoli, tomates, espárragos, pimientos,…) , frijol, vitaminas E, A y C

• FITOESTEROLES: (soja) ayuda a reducir el nivel de colesterol

• SELENIO: fuerte antioxidante, mejora el sistema inmunológico, es antiviral, reduce incidencia de cáncer: se obtiene de la leche, huevo, carne, levadura, lácteos fermentados, pescados grasos (salmón, jurel, sardinas, atún)

• CAROTENOS: sistema inmunológico, mejor visión, anticarcinógeno, previene glaucoma (zanahoria, tomate, papaya, verduras verdes y pigmentadas).

Si quiere ver los beneficios de la linaza, que me parece realmente prometedora como ayuda al bienestar de nuestro cuerpo,  le invito a ver este enlace: 

Las verduras y las frutas podrían reducir el riesgo de accidente cerebrovascular de las mujeres.

Desde hace mucho tiempo se sabe de los beneficios de una alimentación equilibrada en la salud de las personas. Ahora, una investigación realizada en Suecia, nos confirma que las dietas ricas en antioxidantes provenientes de frutas, verduras y granos integrales parecen reducir las probabilidades de accidente cerebrovascular (ACV) de una mujer, incluso aunque ella tenga antecedentes de enfermedad cardiaca.
El estudio fue realizado con 31,000 mujeres sin enfermedad cardiaca y 5,700 mujeres que tenían antecedentes de enfermedad del corazón, de edades que van de 49 a 83 años de edad, a las que se les hizo un seguimiento promedio de 11.5 años (para el grupo sin enfermedad cardiaca) o de casi diez años (el grupo con enfermedad cardiaca).
Los resultados del estudio han mostrado que una mujer con un alto nivel de antioxidantes alimentarios corre menos riesgo de tener un accidente cerebrovascular hemorrágico (17 %  menos riesgo en las mujeres sin antecedentes de enfermedad cardiaca y  hasta 57 %  menos en las mujeres que ya habían sufrido de enfermedad cardiaca) que una mujer con bajo nivel de antioxidantes.
Según los autores del estudio, la dieta más saludable para el corazón fue la más rica en frutas y verduras, además de granos integrales, té y chocolate, cuya capacidad antioxidante, que incluye las vitaminas C y E, los carotinoides y los flavonoides, tiene un efecto beneficioso; datos que habría que tener en cuenta para una gestión inteligente de nuestra salud.

www.cleliagalvez.com

Las migrañas aumentarían el riesgo de depresión

Una investigación de la Universidad  de Calgary (Canadá)   puso en evidencia que las personas con migraña pueden desarrollar una depresión clínica, y que esa relación entre los dos trastornos podría también ser de manera inversa.

La migraña, es un dolor invalidante que obliga a la persona a limitar o abandonar su actividad habitual, mientras dura el dolor.  A la actualidad no tiene un tratamiento que lo haga desaparecer, por lo que es necesaria mucha información para que la persona que lo sufre pueda gestionarla.

Se trata de unas crisis o episodios de dolor intenso (en las sienes) que duran entre 4 a 72 horas y se acompañan de náuseas, vómitos, malestar o hipersensibilidad a la luz y los ruidos.

El proceso generalmente se inicia cuando la persona está en contacto con  algunas situaciones (o estímulos) a las que es sensible, como:
  • Afectivas: estrés, angustia, conflictos o situaciones que generan malestar,
  • Ambientales: olores intensos, humo, tabaco, luz brillante, cambios fuertes de temperatura,
  • Hormonales: menstruación, anticonceptivos, terapia con estrógenos,
  • Sueño: demasiado, insuficiente o interrumpido,
  • Alimentos: queso curado, derivados lácteos, zumo de cítricos, chocolate, salchichas, ahumados, comida china, edulcorantes, alimentos industrializados (conservantes, colorante, realzadores de sabor,…) , nueces, patatas, “chips”,
  • Bebidas: alcohólicas (vino, cerveza  y otros licores), bebidas con cafeína,

Para disminuir la ocurrencia  de migrañas, la persona tiene que tomar ciertas precauciones, como:  
  • Identificar los factores que le provocan las migrañas para poder estar más atento y manejarlas mejor,
  • Procurar, en lo posible, de  evitar situaciones que le produzcan estrés,
  •  No dormir demasiado o muy poco,
  • Tratar de hacer comidas a la misma hora y en cantidades similares,
  • Evitar los alimentos y bebidas a las que es sensible,
  •  Evitar los lugares ruidosos o con olores penetrantes.

Cuando se tenga migrañas, consultar a su médico y evitar la automedicación. Una psicoterapia, complementaria al tratamiento médico, podría ser de utilidad para lograr un mejor manejo de los factores que las provocan.
 



La dieta mediterránea y algo más….generaría mejor estado de salud

Muchas son las investigaciones que confirman los beneficios de la dieta mediterránea en la prevención de enfermedades  y en el bienestar general de la persona. Entendiendo por dieta mediterránea, una alimentación equilibrada que prioriza las frutas, legumbres, pescados, aceite de oliva,... y el consumo moderado de alcohol (vino). 

Un estilo de vida saludable, que consiste en tener una alimentación sana sumada al ejercicio físico regular tiene beneficios importantes para la salud física (previene las enfermedades cardíacas, pulmonares…) y la salud mental (las endorfinas que son secretadas en el cerebro cuando hacemos ejercicio, tiene un efecto antidepresivo extraordinario y natural).

Una prueba del efecto antidepresivo de las endorfinas, la tenemos frecuentemente cuando, estando apáticos y sin energía, nos ponemos a correr o practicar algún deporte; a medida que hacemos el ejercicio vamos sintiéndonos cada vez con más energía y nuestro estado de humor va cambiando, al final del ejercicio estamos sonriendo y recargados de energía y buen humor.

Es obvio que el ejercicio físico no necesariamente deba ser la gimnasia,  puede ser cualquier actividad en la que haya movimiento del cuerpo y que se gaste energía como: caminar, correr , bailar, nadar, practicar yoga o algún deporte, trabajar en el jardín,….