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Hay que valorar y cuidar el oído

El oído, ese sentido maravilloso que nos ayuda a percibir los sonidos del mundo que nos rodea, es una capacidad que recibe poca atención de prácticamente todas las personas. Es cuando comenzamos a perderla por la edad o por ciertos accidentes, que nos interesamos a preservarla y a veces lo hacemos cuando ya perdimos ciertas capacidades.

La pérdida progresiva de la audición es conocida como Presbiacusia, y eso habitualmente sucede a partir de los 40 años, en un proceso que evoluciona lenta y progresivamente a medida que pasan los años y para la cual no existe un tratamiento que lo cure.

La evolución de nuestra sociedad, cada vez más ruidosa, está haciendo que se constaten problemas de pérdida de la capacidad de audición  a edades cada vez más tempranas. La exposición, sobre todo  de los jóvenes, a ruidos excesivamente altos (auriculares para escuchar música a decibelios bastante altos o frecuentar discotecas con iguales características de ruido) hace que la degradación de sus capacidades de audición se vea acelerada.

Cuando se revisa la literatura al respecto, se encuentra que los tratamientos no son curativos, sino paliativos, y van desde medicación (dilatadores de vasos sanguíneos y vitaminas para potenciar las conexiones nerviosas), uso de audífonos (que actualmente son cada vez más pequeños y estéticos) y diversas intervenciones quirúrgicas (implantes,…), para disminuir el hándicap;  lo que demuestra que la prevención es lo más importante. 
 

Guía para entender la concentración de alcohol en la sangre y sus efectos sobre las capacidades de la persona

Al aproximarse las fiestas de fin de año, las reuniones sociales a las que asistimos son más numerosas y prácticamente todas son complementadas con el consumo de bebidas alcohólicas, que tienen una función social que no podemos negar. Sin embargo hay ciertas precauciones que debiéramos observar a fin de no correr riesgos innecesarios que puedan perjudicarnos a nosotros y a las otras personas con las que compartimos de la ruta.

Todos tenemos en mente, los recuerdos de muchos amigos o parientes que perecieron en accidentes a la salida de las discotecas, fiestas,… etc., que aunque  es triste recordar lo sucedido, es necesario sacar las lecciones aprendidas a fin de continuar con nuestro trayecto de vida en buenas condiciones.

El enlace que les presento más abajo es una guía sencilla sobre la concentración de alcohol en la sangre y los efectos sobre las capacidades y el comportamiento de la persona. Les invito a darle una lectura y tenerlo en cuenta cuando estén de salida.

Demás está decir que conducir un coche cuando uno no está en condiciones de hacerlo (porque está bajo los efectos del alcohol u otras sustancias que afectan el sistema nervioso) es peligroso y es la causa de más de la mitad de muertes, sobre todo de jóvenes. Sin embargo, podemos recordar algunas estrategias para poder participar en fiestas y departir con amigos, pero con la seguridad de que podremos volver a casa sin problemas. 

El “amigo elegido”, es una buena opción, confiar en ese compañero de salidas que voluntariamente decide de no tomar (en esa ocasión) para asegurar el transporte de todos los demás en toda seguridad, porque el será el que conduzca. Tomar un “taxi” o un “bus” sería otra opción, cuando todos los del grupo deciden de tomar, o incluso pedir a un familiar que pase a recogerles a una hora determinada.

Hay muchas posibilidades que, con un poco de creatividad, se pueden encontrar, como también la posibilidad de ponerse de acuerdo en festejar en una casa de alguno de los miembros del grupo y no salir hasta el día siguiente, cuando todos están ecuánimes para poder regresar a casa sin consecuencias que lamentar.