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Comprender el "burn out" o el agotamiento profesional

Todas las demandas que recibimos del entorno (laboral, familiar, social, ambiental,…) , a las que nuestro organismo debe responder,  nos generan un cierto nivel de estrés. Un poco de estrés, hace que nuestro desempeño sea adecuado (trabajamos mejor y nos esforzamos por mantener nuestras relaciones). Sin embargo, soportar un exceso de estrés nos genera malestar y cuando esa situación se prolonga en el tiempo, puede llevarnos a sufrir toda una serie de síntomas físicos y psicológicos que afectará, de manera dramática, nuestra manera de vivir. Es lo que conocemos como « burn out » o agotamiento profesional.

Podría decirse que el « burn out » (síndrome del quemado) es el grado extremo de un estrés laboral. Un fenómeno que afecta a la persona que ha ido soportando un alto nivel de estrés durante un período largo de tiempo, lo que le ha provocado un agotamiento físico y psicológico.  Recordemos que el organismo humano es como una máquina con reservas emocionales limitadas para afrontar los retos de la vida cotidiana. Una vez que esas reservas desaparecen, la persona entra en una fase de agotamiento general que invade todos los aspectos de su vida.

Hace unas décadas, cuando se comenzaba a diagnosticar este sindrome, se pensaba que afectaba esencialmente a los profesionales de la salud y a los que atendían emergencias (como bomberos, policías,…) . Actualmente,  se puede decir que toda la población podría desarrollarlo,  por el contexto de crisis en el que se vive, con preocupaciones económicas que se han multiplicado y convertido en una fuente inagotable de estrés, así como el temor a un futuro incierto que se ha fortalecido en el discurso habitual de la población, lo que mantiene una especie de angustia latente. Hoy, podemos encontar personas con burn out en diferentes actividades profesionales : desde empresarios y directivos (preocupados por mantener la competitividad o por la supervivencia de sus empresas) , artistas, escritores, profesores, vendedores, fuerzas del orden,…, hasta los trabajadores irregulares, rutinarios o incluso los parados (los últimos por ausencia de estimulación).

Cabe señalar, que no son las actividades profesionales las que determinan que se desarrolle un burn out, porque es el resultado de un conjunto de factores psicológicos (personalidad, actitud con la que se desempeña el trabajo, expectativas desmesuradas, frustraciones,…) , factores laborales (horarios largos y dificiles, mal manejo de jerarquías y decisiones, remuneración disproporcionada con el esfuerzo desplegado, riesgo de perder el empleo,…), factores externos (crisis económica , inestabalidad política y jurídica,...). Aunque, podría considerarse como el factor más importante a la actitud con la que la persona enfrenta su trabajo y todo lo que le ocurre en la vida.

La dinámica actual de la sociedad globalizada, ha hecho que las personas se hayan acostumbrado a priorizar el trabajo y la productividad , y se hayan habituado a vivir con los sintomas de una sobrecarga de estrés, a tomar paliativos (medicamentos, suplementos, alcohol, drogas,…)  y a no prestar atención a algunos signos de alarma que su organismo les envía ( palpitaciones, manos húmedas, sudores, digestión dificil, trastornos del sueño, un consumo mayor de tabaco y alcohol, una emotividad exacerbada,…), lo que representa un real riesgo para su salud.

Cuando esos sintomas se agravan y entrenan un Burn out, un estado letárgico invade la vida de la persona. A nivel fisico, tiene una fatiga que no puede recuperar con el sueño ni el descanso. Su productividad baja de manera estrepitosa. Tiene la impresión que su cuerpo no responde más y tiene una gran dificultad a hacer frente al esfuerzo físico (hasta para subir escaleras,..). Problemas regulares de sueño. Perturbaciones alimentarias (al inicio, come mucho y luego su apetito desaparece). Su consumo de estimulantes se dispara (tabaco, alcohol, medicamenteos,…),…

A nivel psicologico, se observa un cuadro depresivo importante, con pérdida de energía y motivación (hasta levantarse de la cama significa un esfuerzo considerable).  La apatia invade todos los aspectos de su vida. Sus emociones se perturban (de haber sentido las emociones de manera excesiva, tiene la impresión de no sentir nada, de estar indiferente a todo lo que le rodea). El sentimiento de ser inútil y la devalorización de sí mismo. Un malestar general gana progresivamente todos los elementos de la vida y es acompañado de un cuestionamiento de todo (de su familia, su trabajo, su vida social, de su vida en general).  Sus relaciones con su entorno se vuelven frios, casi robóticos, con las consecuencias que podemos, todos, inferir.

Finalmente, si usted reconoce los signos de alarma en su propia vida,  piense que es el tiempo de lavantar el pie del acelerador y pensar a modificar su estilo de vida. Hable con su familia,  pida ayuda a su médico y si lo requiere,  acuda a un psicólogo para que le ayude a reordenar su estilo de vida…, porque si eso avanza hacia un burn out, tendrá que dejar el trabajo, hacer un largo tratamiento médico y psicológico, superar todo un camino de recuperacion y después podrá  volver a la vida activa probablemente en otra actividad, menos estresante. 

Información en: www.cleliagalvez.com



La envidia en las relaciones sociales


Muchos se quejan de las molestias que ocasiona la envidia, de algunas personas, en sus relaciones familiares y sociales, que se ve reflejada en  los comentarios desagradables de algunas personas que tienen el arte de “poner el dedo en la llaga” o de ver el detalle negativo que puede desacreditar a una persona y arruinar el ambiente de cualquier reunión social.  Cabe señalar que, cuando aquí hablamos de envidia no nos referimos a esa envidia “sana” que puede motivar a las personas a perseguir sus objetivos para tener el mismo éxito de otras personas a las que observa, sino a la envidia “nefasta”, o “patológica” que corroe las relaciones sociales.

La envidia, es ese sentimiento (tristeza, frustración,…) o estado mental (de pesar o dolor psicológico) en el que se encuentra una persona (que tiene netos problemas de autoestima) frente al éxito ajeno. Es como si esa imagen positiva del otro, le renviara un mensaje en retorno que le recuerda su propia situación de vulnerabilidad (o inferioridad), por no poseer lo que el otro tiene (bienes, cualidades, éxito,…) y que siempre quiso tener; ocasionándole un dolor interno o malestar como si le hubieran agredido, a lo que responde disminuyendo el éxito percibido o agrediendo simplemente, para encontrar la calma perdida.   

Pocas son las personas que se dan cuenta que ese estado mental les ocasiona sufrimiento, y menos aún las personas que quieren deshacerse de ese problema, que describe claramente Sofía: “Yo no he hecho cosas malas en la vida,  pero siempre estuve envidiosa de los demás. Cuando alguien hace algo mejor que yo, me siento herida y envidiosa. Cuando escucho que una persona ha realizado buenas acciones, siempre las pongo en duda, pero, cuando escucho que alguien ha hecho cosas malas, siempre lo doy por cierto y casi me alegro por ello. Cuando veo que otras personas reciben cosas positivas (halagos, ventajas, premios,…), siento como si yo hubiera sufrido una gran pérdida. Pero cuando veo que los otros pierden algo, tengo la impresión de haber ganado una fortuna”.

Nos podemos preguntar, pero ¿cómo es que llegamos a construir esos sentimientos en nosotros?, que a veces vemos como rasgos casi familiares, con padres que van criticando a los que tienen las cualidades que ven como ideales y que ellos no poseen,… a los que tienen éxito, a “los ricos”, “los otros”;  lo que incluso hace parte del saber popular a través de chistes como este: a un niño le preguntan en clase sobre lo que quiere ser cuando sea grande, a lo que él contesta “quiero ser un desgraciado”, y explica que tiene un vecino con dinero, coches, una esposa bonita, una casa bonita,… y cada vez que pasa por la calle,  él escucha a sus  padres decir: “allí va el desgraciado”,…!.  

Cuántos casos de envidia nefasta se ahorraría la sociedad (porque se la observa a todo nivel) si los padres tuvieran más cuidado en mostrar lo positivo del éxito ajeno (como un modelo a replicar), en lugar de promover el “resentimiento social” ante los ricos y ante toda persona que logra más éxitos materiales que ellos, lo que obviamente es disfrazado por las ideologías “progresistas” de todo tipo, que van dando justificación a una actitud de envidia y reivindicación a reproducir a través de generaciones, ocasionándoles más sufrimiento personal porque les provocará una centración excesiva sobre lo negativo, y una amargura por no poseer lo que otros poseen.

No quiero terminar este artículo, diciendo que porque venimos de familias donde se cultivó la envidia, ya somos envidiosos, sino alertando a los que tenemos hijos para darle mayor atención a los mensajes que reciben de nosotros (las cosas que les decimos) y sobre todo de nuestras acciones (es actuando que marcamos más el comportamiento de nuestros hijos), además de decir a las personas que sufren de ese problema, que es posible de vencer la envidia, con algo de paciencia y esfuerzo. Para ello, es necesario observar en nuestro accionar (si posible, incluso anotarlo), ¿cuantas veces hemos sentido envidia? y ¿por qué razones?, ¿qué miedos estuvieron detrás de esos sentimientos?. A veces son provocados por pensamientos sueltos que pasean por nuestra mente, … veamos unos ejemplos: “no es justo que María tenga derecho a más vacaciones pagadas que yo”, “los hijos de Juan han hecho buenos estudios, quisiera que los míos lo hagan mejor, porque yo soy mejor padre que él”, “ Robert acaba de comprarse un nuevo coche, seguro que ha hecho algo malo para conseguir dinero”, “es Carolina que ha tenido el aumento de sueldo, pero yo era la que me lo merecía”,…

La mejor estrategia para deshacerse de la envidia es aceptarse plenamente a sí mismo. Por lo que le sugiero que trate de ver (y anotar, porque así es más concreto) cuales son las cosas que ya ha logrado en la vida (familia, salud, trabajo,…) y las que tiene en camino de lograr;  y sobre todo haga el esfuerzo de aceptarse a si mismo con sus cualidades y sus defectos (o aspectos a mejorar), pero sin compararse con los demás, porque siempre encontraremos personas que hayan logrado más (o menos) cosas que nosotros.  Por otro lado, si ha identificado los miedos que están detrás de sus pensamientos de envidia trate de enfrentarlos y superarlos, sino le es posible, consulte a un psicólogo que pueda ayudarle. 
 



¿Cómo podemos preservar nuestra salud mental?

Estamos tan acostumbrados a ocuparnos de nuestra salud cuando tenemos un problema o enfermedad a tratar y no cuando estamos a tiempo de prevenir; y esto es aún más frecuente cuando se trata de nuestra salud mental, pues estamos preocupados por cosas más urgentes (el trabajo, los embates de la crisis financiera,…) que dejamos lo importante para después, y ese después puede tomar mucho tiempo,… hasta sorprendernos con algún problema que hubiéramos podido evitar si nos hubiéramos detenido un momento a ver lo que estaba pasando en nuestras vidas.

Partiendo de que somos seres bio-psico-sociales, e incluso espirituales, el tener un bienestar general (físico y mental) tanto a nivel personal, de pareja como de la familia, requiere lograr un relativo equilibrio (porque no existe una situación ideal) entre esos cuatro pilares que soportan nuestra vida (un cuerpo sano y con la suficiente energía para realizar nuestras actividades cotidianas; un estado mental que nos permita tener intercambios interesantes, apreciar los buenos momentos y tomar decisiones adecuadas y oportunas ; tener  amigos y otras redes sociales de apoyo y estar en armonía con nuestras creencias religiosas (si las tenemos) que puede ayudarnos a darle un mayor sentido a nuestra existencia (sea cual fuere el credo).

Mucho se ha dicho sobre como ocuparse de nuestro cuerpo  físico y retenemos tres aspectos importantes: 1) necesitamos una alimentación equilibrada (por ejemplo la dieta mediterránea) que permita tener la energía y la agilidad física y mental (porque comer demasiado y con mucha grasa nos hace funcionar con más lentitud y estar menos dispuestos a realizar un buen trabajo físico y peor si se trata de un trabajo mental). 2) existen ciertos alimentos “funcionales” que podemos integrar a nuestra alimentación para incrementar el aporte de nutrientes así como el drenaje de toxinas (limón, linaza, alpiste, té verde,…). y 3) la dieta debe estar en acorde con una actividad física regular y del tipo que mejor le convenga (gimnasia, caminata, danza,…), esto para mantener un peso adecuado (agilidad de movimiento y no afecta al autoestima), así como para tener un humor positivo (por la emisión de endorfinas)

La parte psicológica es mucho más compleja, porque hay muchos factores que entran en juego (la educación recibida, experiencias anteriores, personalidad, aspectos culturales, contexto,…) pero podemos dar atención a algunos temas generales que nos pueden facilitar la vida , porque nos evitaran a nosotros de tener conflictos innecesarios, frustraciones, rumiación o culpabilidad… etc. y a nuestros hijos les permitirá construirse modelos adecuados a seguir en la gestión de emociones, la comunicación, relaciones sociales, uso controlado de sustancias,…, porque es en casa que esos modelos son formados.

La comunicación en la familia, la podemos mejorar incrementando (la calidad más que la cantidad) los momentos para hablar no solo de cosas banales (tareas cotidianas) sino de preocupaciones, problemas, sueños, proyectos,… etc), con la pareja, los hijos, los amigos; haciendo el esfuerzo de escuchar a los demás y respetar que puedan tener ideas opuestas a la nuestra; evitando el uso de la violencia en todas sus formas.

La gestión de las emociones, la podemos mejorar aceptando y expresando (sin excesos) las emociones y los sentimientos que sentimos en diferentes momentos de la vida (agradables y penosos); además,  reservándose tiempo para hacer actividades que nos gustan (solos, en pareja, con los hijos, con amigos), estas nos permitirán de tener la energía y motivación para seguir adelante.

Otro aspecto importante es  el uso controlado de sustancias y actividades que generan dependencia (alcohol, tabaco, juegos de dinero, internet, televisión, móvil, FB,….) en los padres, que tiene un efecto preventivo en el abordaje que hacen los hijos de esos productos que generan dependencia.

De la parte social, nos podemos ocupar haciendo el esfuerzo de tener amigos (pues la sociedad moderna tan “virtualizada” promueve las actividades en solitario, generando problemas vinculados a la soledad,…) , recibirlos en casa, hacer que los niños vean y participen de esas relaciones sociales. Por otro lado, los amigos y redes sociales que tengamos me ayudarán a enfrentar cualquier problema que surja en nuestras vidas y los hijos sabrán en el futuro como gestionar sus propias relaciones sociales, de lo contrario, podrían desarrollar problemas de fobia social ( timidez,…).

Finalmente, queda  reconocer que el tema es mucho más amplio, y que será abordando progresivamente, sin embargo, concluimos este artículo, indicándole que si Ud. tiene algunos aspectos que no puede gestionar adecuadamente, no dude en encontrar ayuda ante un profesional, un psicoterapeuta cognitivo-conductual, con algunos meses de trabajo la ayudará a retomar el control (la gestión adecuada) de su vida.  

¿Quieres hacer tu balance de vida, este fin de año?

Así como se hace, en el mundo empresarial, una evaluación de metas cumplidas en el año que culmina a fin de proyectar las del año siguiente, a nivel personal podemos hacer nuestro balance de vida para saber cómo hemos avanzado  en torno a nuestras metas personales y, sobre todo, qué aspectos podríamos mejorar en el año que va a iniciar.

Partamos de la idea de que para tener una vida armoniosa necesitamos lograr un equilibrio de los tres pilares del bienestar de la persona: la salud, la familia y el trabajo. Para hacer el balance de esos pilares, es preciso, en primer lugar, identificar las dificultades que hayamos tenido con cierta frecuencia  durante el año, respondiendo a algunas preguntas simples que nos ayudaran a recordar; luego, las podemos categorizar en función de los plazos en los que podemos resolverlos; enseguida, nos trazamos metas pequeñitas y concretas que nos permitan ver que avanzamos; y finalmente revisamos periódicamente nuestros progresos.

A.      Identifiquemos las dificultades ( o aspectos a mejorar)

¿Cómo va nuestra salud?
Durante el año, hemos sufrido con frecuencia: ¿algunos malestares físicos (o enfermedades) que nos hayan impedido de ir a trabajar algunas veces?, ¿un exceso (o carencia) de peso que nos haya enviado el autoestima al suelo? , o,   ¿ algunos sentimientos y emociones negativas (envidias, rencores, resentimientos, frustraciones,…) que nos van corroyendo el alma e impidiéndonos de avanzar?, ¿cómo están nuestras relaciones con los demás,… tenemos amigos?, los frecuentamos?,  ¿qué espacio le estamos dando al  disfrute de actividades placenteras o estamos haciendo muchas cosas por obligación y agotando nuestras energías? o ¿tal vez estemos con problemas de estrés (con síntomas de: nerviosismo, insomnio, baja de la libido, dificultades de memoria, fatiga, malestares físicos a repetición,…) a causa de dificultades en el trabajo, con la pareja, por una situación de sobreendeudamiento o incluso por falta de trabajo (¡la falta de estimulación genera también estrés!).

¿Cómo va nuestra familia?
¿Cuánto tiempo pasamos con la familia?, ¿qué pasatiempos compartimos?,  ¿cómo están las relaciones al interior de la familia? , ¿qué conflictos tenemos? o ¿hablamos suficientemente entre nosotros de las cosas de nuestros sueños y de las cosas que nos preocupan?, ¿Qué habría que mejorar para que la familia (pareja, hijos,…) vaya mejor?

¿Cómo vamos en el trabajo?
¿Cómo está nuestro real desempeño en el trabajo? , ¿ nos sentimos a la altura de las circunstancias o necesitamos reforzar conocimientos sobre algún tema? , ¿cómo va nuestro sistema de organización del tiempo? , ¿las relaciones con nuestros colegas y superiores? , ¿qué podríamos hacer para sentirnos más satisfechos en el trabajo?.

B.      Categorizamos nuestras dificultades encontradas

Una vez identificadas las dificultades, podemos categorizarlas en función de las posibilidades que tenemos de resolverlas: de inmediato o a corto plazo (en estos días o semanas), otros a mediano plazo (en estos meses), otros aún  a largo plazo (en unos años). Hay que reconocer también que habrán problemas que no podremos resolver, porque dependen de otras personas o del sistema en el que vivimos, entonces son problemas a los que habrá que adaptarse. Cabe señalar que, los cambios más rápidos y significativos son  los que podemos operar nosotros mismos (nuestra actitud, nuestras emociones, nuestros comportamientos,…).

C.      Nos fijamos metas accesibles

Para tener éxito en este trabajo personal, tenemos que trazarnos metas pequeñitas y concretas, de manera a poder realizarlas y que la percepción de los resultados nos motive a seguir avanzando. 

Con respecto a la salud, tal vez haya que hacer un chequeo médico, seguir un tratamiento, o introducir una modificación en nuestras habitudes (ejercicio, alimentación,…), tal vez debamos deshacernos de algunos “lastres” emocionales que ocupan inútilmente nuestra energía (mantener rencores y resentimientos nos encadena a la negatividad) ,  tal vez necesitemos perdonar (a alguien o a nosotros mismos por algunos errores cometidos), terminar alguna relación problemática, “voltear la página”  y avanzar hacia emociones nuevas, positivas y libres. Asimismo, tal vez haya que hacer algunas modificaciones en el manejo de nuestras finanzas (reducir gastos, renegociar deudas, refinanciar,…) a fin de aligerar la presión de una posible situación de sobre endeudamiento.

Con respecto a la familia, probablemente haya que mejorar el tiempo que se pasa con la familia, tal vez no en cantidad de tiempo sino en la calidad (poco tiempo pero con presencia total, activa y expresión de emociones positivas),  tener más actividades compartidas, ampliar los espacios de comunicación, lo que generará una sana complicidad en el núcleo familiar. Los amigos son también un importante capital social de soporte que permite acompañar las dificultades de familia y del trabajo. Si no está dándole importancia, es momento de hacerlo!.

En el trabajo, tal vez haya que mejorar nuestras competencias con algún refuerzo temático, un curso o un entrenamiento en la gestión de tiempo o en un sistema práctico de organización del trabajo (a veces es nuestro desorden que genera el problema), tal vez haya que aprender a comunicar con asertividad (saber decir “no”, expresar adecuadamente sus emociones) para sentirse mejor, tal vez haya que optar por buscar otro trabajo (y trazarse un plan para ello),…. 

D.      Monitorear cada cierto tiempo

Cada cierto tiempo (el que mejor nos convenga) revisemos los avances, sin que se convierta en una obsesión, y si se tienen que hacer varios cambios, ocupémonos de un cambio a la vez, sin estresarse y apreciando cada mejora como un logro importante.

Les deseo una experiencia interesante y que el año nuevo les permita alcanzar el bienestar ansiado.