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Tener amigos mejora nuestra salud física y mental


A lo largo de la historia se ha exaltado siempre el valor de la amistad en las relaciones interpersonales, de ese vínculo afectivo que construimos con una o más personas y que es un importante soporte psicológico para enfrentar las dificultades que encontramos en el decurso de la vida. Hecho que podemos todos confirmar desde nuestra propia experiencia de haber tenido amigos con los que hemos compartido alegrías, sueños, preocupaciones,.. y que nos hemos acompañado, mutuamente, en los momentos duros  que nos tocó vivir.
El mundo científico ratifica esa misma perspectiva, con numerosas investigaciones que dan pruebas de que el hecho de tener amigos cercanos ayuda a mejorar nuestro estado de ánimo (la alegría y el buen humor de los amigos son más contagiosos que la tristeza ), a mantener buenos hábitos de vida, de alimentación y disposición a realizar una actividad física (dejar de fumar u otra adicción, hacer un régimen y tener una actividad deportiva,… son mejor llevados cuando se hace con amigos), a recuperarnos después de una enfermedad (las personas que están rodeadas de amigos cercanos se recuperan más rápido después de una intervención quirúrgica y sienten menos dolor que los que están aislados socialmente), a envejecer mejor (se mantienen en mejor forma y viven más tiempo).…..
Según los expertos, los amigos tendrían mayor influencia que la pareja, en el desarrollo de nuestras habitudes de vida, probablemente por una comparación social implícita que existe primero con el mismo sexo y que hace que las personas, sin darse cuenta, se comparen a sus amigos y vayan progresivamente modificando sus costumbres, llegando a reforzar algunos gustos compartidos, respetando a su vez sus diferencias, para constituir un pequeño grupo en el cada uno tiene su espacio y se enriquece del contacto con los demás.

Según Maslow, todos los seres humanos tenemos una necesidad básica de sentir que pertenecemos a un grupo, que somos reconocidos dentro de él y que estamos relativamente rodeados de un cierto ambiente afectivo, y esto se ve en toda etapa de la vida. En los niños, el tener un amiguito cercano en clase les ayuda a soportar mejor cualquier dificultad, pena o llamada de atención que pudiera tener en la escuela o en otro contexto. En los jóvenes el pertenecer a un grupo de amigos para realizar actividades deportivas, sociales y afectivas hace que su entrada en el mundo de los mayores se haga sin dificultad y tiene además, un efecto preventivo de la depresión y otros problemas psicológicos.

En el caso de adultos, el mantener activas sus redes de amigos, les permite realizar diversas actividades sociales que le ayudan a disminuir el estrés acumulado en el trabajo o en la casa; el salir a tomar un café con amigos, el conversar sobre sus preocupaciones, o simplemente el reír y pensar a otras cosas,… hace que la persona regrese con otro estado de ánimo y que la calidad de tiempo que de en casa y en el trabajo, sea mejor.

En la etapa de envejecimiento, los amigos contribuyen a mantener el cerebro activo y a vivir mayor tiempo y en mejor estado físico y mental que los que están aislados socialmente, porque se sienten bien en un grupo al que pertenecen y en el que comparten los valores, los intereses, y las pequeñas cosas que le producen placer. Esa identidad de grupo positiva repercute en su identidad personal y refuerza su autoestima. Se siente útil y apreciado, razón por la que aconseja de mantener al adulto mayor en su propio entorno, en lugar de ponerlos en residencias alejadas de su entorno estimulante habitual (salvo en casos en los que se requiera una atención médica especializada obviamente!)
Concluyo recomendando que, así parezca que pierde el tiempo de trabajo o la familia, no deje de frecuentar a sus amigos, pues es un capital social y psicológico que le hará la vida más agradable y le ayudará a atravesar dificultades. Por lo que le doy algunas pautas a tener en cuenta:

No escogemos a nuestra familia de origen, pero sí tenemos la libertad de escoger a nuestros amigos. Tómese el tiempo para conocer a la gente y elegir con quienes va a construir esa relación que acompañará su vida; y no se acostumbre a cambiarlos rápidamente.

No busque la perfección en sus amigos porque no hay perfección en el mundo, ni trate de descubrir defectos en ellos, porque podría quedarse solo. Todos somos falibles, y es la fuerza de la amistad y el afecto que cultivaran,  que le ayudarán a superar las deficiencias y respetar las diferencias en una complementaridad enriquecedora para todos.

La amistad se basa en la confianza mutua, haga el esfuerzo de cultivarla. Recuerde el antiguo refran que dice "a un amigo se le honra cuando está presente, se le valora cuando está ausente y se le asiste cuando lo necesita". Un verdadero amigo es aquel que sigue a su lado, incluso cuando no le queda nada más que ofrecer que su compañía y eso debe ser recíproco.