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Tener un mejor amigo beneficia a la mente y al cuerpo de un niño


Es ampliamente reconocido que para que las personas tengan una buena salud mental, es necesario que , entre otros aspectos ya mencionados en este mismo blog, tengan redes sociales de apoyo, que en otros términos es tener amigos, con quien contar en momentos difíciles  y con los que compartir actividades de esparcimiento e intercambiar opiniones cuando los requieran.

Para los padres que se interesen, reproduzco aquí algunos detalles de un estudio reciente que me pareció interesante que se conozca pues se muestra el efecto benéfico, sobre la resistencia a la frustración en los niños (y en general, sobre su salud física y mental), del hecho de tener a su mejor amigo cuando vive una situación negativa.

El estudio, que aparece en una edición reciente de la revista Developmental Psychology, halló que cuando un niño vivía una experiencia negativa, tenía como efecto un aumento del cortisol y la disminución del autoestima. Sin embargo, cuando el mismo niño estaba en compañía de su mejor amigo mientras ocurría el problema, los niveles de cortisol y los sentimientos de autoestima tenían menor variación.

"Tener a su mejor amigo presente durante un evento desagradable tiene un impacto inmediato sobre el cuerpo y la mente de un niño", afirmó el coautor del estudio William Bukowski, profesor de psicología y director del Centro de Investigación sobre el Desarrollo Humano de la Universidad de Concordia, en Montreal. "Si un niño está solo cuando tiene problemas con un maestro o una discusión con un compañero de clases, observamos un aumento mensurable en los niveles de cortisol y una reducción en los sentimientos de autoestima".

Los autores del estudio sostienen que lo que sucede en la niñez puede afectar a las personas en la adultez, lo que incluye tener sentimientos de baja autoestima. "Nuestras reacciones fisiológicas y psicológicas a las experiencias negativas de la niñez nos afectan más adelante en la vida", explicó Bukowski. "La secreción excesiva de cortisol puede llevar a cambios fisiológicos significativos, incluso supresión inmune y una menor formación ósea. El aumento del estrés realmente puede hacer que el desarrollo de un niño sea más lento".

Los autores del estudio apuntaron que estudios previos también han mostrado que tener amistades puede ayudar a proteger a los niños del acoso, la exclusión y otras formas de agresión.
 

¿Cómo mejorar nuestras relaciones en estas fiestas?

Las fiestas de Navidad, Año Nuevo, Reyes,…, son esperadas de manera diferente por cada uno de nosotros, los niños esperan la atención de los mayores, los juegos y los regalos que van asociados a estas fechas. Los adultos con menos entusiasmo o incluso con estrés (preocupación por los gastos a realizar, la organización de las reuniones, la soledad,…).

Las tradiciones familiares pueden ser vividas con alegría para unos, con desgano para otros cuando no se comparten muchos intereses con los otros miembros del grupo, con temor cuando hay antecedentes de conflictos,…etc., sin embargo, sea cual fuere la situación, se puede aprovechar esa fecha tan cargada de simbolismo espiritual para rencontrarnos con los nuestros y recrear vínculos con nuestra familia y con los amigos. Van algunas sugerencias:

Haga el esfuerzo de desconectar del trabajo y  dedicarle estos días a la familia; y para ello, busque algunas actividades agradables que pueda compartir con los hijos,  otros miembros de la familia y amigos, pero hágalo de manera consciente (“estando allí” mentalmente) y no distraído a cada momento por el móvil que suena o por otras preocupaciones,…; puede incluso hacer una pequeña lista (sin necesidad de que signifiquen actividades sofisticadas o de alto costo)con la ayuda de los hijos  y tener varias posibilidades a escoger en función del momento y del ánimo de las personas. Recuerde cuán divertidas eran las cosas simples de su infancia, ahora que es adulto, rompa algunos esquemas que tenga y atrévase a jugar y reír con los suyos, verá como se le libera el espíritu.

Aproveche la ocasión para descubrir o redescubrir a las otras personas que conforman su familia o su grupo de amigos (si no ha tenido tiempo durante el año para hablar con ellos, es momento de hacerlo!), interésese a lo que están haciendo, a los pequeños pasos que están dando en la dirección de sus sueños (valore los esfuerzos que está haciendo la persona, más que los resultados obtenidos); cuando esté con adultos hágales preguntas sobre sus hijos o nietos,  apreciará lo felices que se ponen hablando de ellos (que son su mejor obra).

Solo tenga en cuenta que para sentirse mejor en sus relaciones  con otras personas son  necesarios: la reciprocidad, por lo que deseamos dar y recibir, escuchar y ser escuchados, comprender y ser comprendidos; la expresión de las emociones y sentimientos (es así que uno permite que le conozcan y se acorten las distancias entre las personas), exprese sus emociones positivas (que podrá contagiar a los demás) y las emociones negativas (sin agredir a las otras personas); la aceptación de sí mismo y de los demás, sin esperar que sean perfectos o que piensen o actúen como nosotros queremos (la aceptación del ser humano “con fallas” es básica para un buen entendimiento), pero nunca acepte una relación basada en la violencia.

Finalmente, nuestros pensamientos son los que definen el ambiente de nuestra vida, si pensamos en negativo (siempre viendo las carencias, catástrofes, faltas, culpables,…) nuestra vida ira tiñiéndose de negro y haciendo que la gente se aleje de nosotros, porque estaremos siempre agobiándoles (“invitándoles vasitos de desgracia”). Trate de pensar en positivo, ver las bendiciones que ha recibido de la vida, y si tiene problemas, trate de resolver uno a la vez y confiar que con su esfuerzo y la gracia de Dios, el mañana será mejor!.

Feliz Navidad y año nuevo con bienestar!.
 

¿Cómo elegimos a nuestra pareja?

La elección de la pareja es uno de los pasos más trascendentales de la vida de toda persona, por lo que es necesario conocer lo que dice la ciencia sobre los diferentes aspectos que intervienen, además del aspecto  romántico o mágico que muchas veces nos conduce a situaciones penosas, por elecciones apresuradas o por razones que no son las más fiables, como “para no quedarnos solos”, “para salir de casa”, o “para colmar algunos vacíos”,…etc.

La teoría que más parece acercarse a la realidad, nos dice que elegimos como pareja a la persona que mejor satisface nuestras necesidades de  compañía, esparcimiento y amor. Quiere decir que buscamos al compañero (alguien con quien compartir nuestras actividades, sueños y preocupaciones), al amigo (al cómplice que nos haga pasar buenos momentos, lo que explica que muchos hombres digan: “si uno es capaz de hacer reír a una mujer tiene el 50% del camino avanzado”) y al buen amante (alguien a quien dar amor y que nos haga sentir que somos amados).

Cada persona le dará una importancia diferente a la satisfacción de esas necesidades, por ejemplo: una persona para la que la necesidad de compañía sea más importante, elegirá a alguien más calmado y hogareño como pareja, y contrariamente, alguien que considere su necesidad de esparcimiento como más importante, elegirá a una persona alegre que le guste salir con amigos, a fiestas, que baile bien,….).

En una misma persona, también, esas necesidades pueden tener importancia diferente en función de las circunstancias de la vida: frente a un problema preferirá que su pareja le escuche y le acompañe en la búsqueda de solución, cuando están entre amigos, preferirá que sea más alegre y divertida, y cuando están en la intimidad, preferirá que sea menos divertida y más apasionada… Obviamente, con los límites de todo ser humano, pues surgiría un problema si una persona espera que su pareja le satisfaga a todo y en todo momento, lo que vivirá con frustración porque pide algo prácticamente imposible de lograrlo.

Veamos los otros factores que intervienen en la elección de la pareja.  La proximidad, por la que escogemos a la pareja entre la gente que frecuentamos en el ambiente social en el que nos movemos (la ciudad, el barrio, el centro de estudios, el medio laboral,…etc. ,  aunque ahora el uso del internet esté rompiendo las barreras físicas), lo que explicaría que muchas familias que viven en pueblos pequeños, tengan tendencia a alejar a los hijos jóvenes enviándolos a estudiar o vivir en otras ciudades en los que puedan ampliar sus redes sociales y sus posibilidades de encontrar un “mejor partido”.

La similitud, por la que tendemos a elegir a quienes se asemejan a nosotros en diferentes aspectos (edad, religión, ideología, nivel educativo, profesión, clase social,….) que son importantes para nuestra cultura (creencias, modelos construidos en nuestra mente) y que finalmente define quienes, de entre los que frecuentamos, son deseables como pareja. Así vemos, que médicos se casen con médicos, profesores con profesoras, actores con actrices,…etc.  

La equidad, por la que tendemos  a elegir a las personas que consideramos “igual” o mejor que nosotros. La equidad nos hace predecir que la relación perdure y sea satisfactoria, lo que nos permite entender los casos de, por ejemplo, parejas que se formaron cuando ambos eran estudiantes, en las que uno de ellos tuvo que sacrificarse para que el otro estudiara, y que una vez que este último logró su profesión y cambió de estatus social, quiera divorciar porque siente la necesidad de buscar a otra pareja que la vea más a su “altura”, que la que lo acompañó en el trayecto de vida que compartieron.

La complementaridad, por la que buscamos en la otra persona algunas características que no tenemos pero que nos resultan atractivas, lo que genera una cierta sintonía entre ambos,  y que la elegimos porque queremos que venga a complementar las nuestras; lo que nos lleva a comprender a esas parejas que se presentan cómodamente como  el “agua” y el “fuego”, habiendo logrado encontrar la unidad en sus diferencias.

Finalmente, el trayecto que sigue la formación de una pareja, según algunos autores, se iniciaría, en un primer momento, por un interés (“clic” o “flechazo”) que pueda tener una persona por otra  y en esa etapa, sería la atracción (o el impacto que su manera de ser o comportarse pueda generar sobre la otra persona) la que define si habrá o no, continuidad en el intento.  

Luego, cuando ya se están frecuentando, la atracción física pasaría a un segundo plano y se buscaría más las concordancias o similitudes de puntos de vista, gustos, sueños,…etc. Cabe señalar que, la semejanza de ideas (nivel educativo, profesión,…etc.) es un factor de predicción de una mayor satisfacción y estabilidad en la pareja.   

La formalización de la pareja, parecer ser que se define en función de cómo se asumen los diferentes roles que comprende la vida de pareja (compañero, amigo, amante, yerno, nuera,…), lo que contradice lo que a veces escuchamos: “uno no se casa con la familia”, y que de alguna manera se la tendría en cuenta.